Vinos tintos 

Eva Pizarro

Sumiller en restaurante Fierro y formadora en Tandem Gastronómico.

"Hablemos de tintos". Pero más allá de las diferencias que podemos encontrar según el tipo de uva empleado, la región donde se elaboran o los tipos de crianza.

Todo ello lo hemos ido viendo en artículos anteriores, hoy me gustaría enfocarlo desde la perspectiva de consumo actual, las llamadas “modas o tendencias”. Y sí, en el mundo del vino cambian los gustos y con ello los estilos de vino que consumimos.

TEndencias

Las tendencias pueden ir y venir por diversos factores y ellas nos acercan a unos tipos de vinos u otros. 

 En los últimos años han cambiado los patrones alimenticios, las comidas se han aligerado, muchos delos trabajos actuales no requieren la ingesta de calorías que precisábamos antaño. Tenemos acceso a mayor y más variado tipo de productos, por lo que la dieta se ha enriquecido. 

En los restaurantes de ha producido una revolución nunca antes vivida, los platos se han afinado, se han incorporado muchas técnicas novedosas, han irrumpido con fuerza los menús degustación y todo ello requiere de nuevas fórmulas para buscar la mejor bebida que acompañe. Los vegetales y el mar cobran fuerza en la oferta, los hábitos de consumo enfocados a una vida saludable lo favorecen. Aparecen restaurantes vegetarianos, veganos, de especialidad…


Hoy en día tenemos mayor acceso a vinos de zonas que antes resultaban difíciles de encontrar y por tanto tenemos mayor diversidad para elegir. Con ello el consumidor también ha evolucionado, hemos pasado de beber el vino que nos gustaba, que conocíamos, que nos hacía sentir seguros ante lo que había dentro de la botella a todo lo contrario. Ahora queremos probar cosas nuevas, cuantas más mejor, hemos perdido el miedo a equivocarnos, hay menos vinos malos, solo es cuestión de gustos el acertar o no, pero queremos probar, descubrir.

 La crítica especializada ha tenido gran influencia en los vinos que ahora bebemos y en los vinos que actualmente se elaboran. Hemos pasado de premiar vinos muy estructurados, con mucha potencia, largas crianzas en madera a valorar vinos más ligeros, que miren a su origen, que sean fáciles de beber.

Toda esta amalgama de factores nos ha llevado a que los vinos tintos que marcan tendencia hoy en día respondan a esos cánones: vinos personales, que nos muestren su origen, el estilo del productor, que no sean una “receta creada en bodega”, que miren a los suelos, expresen la personalidad de la parcela. Los vinos han perdido cuerpo, que no por ello calidad e intensidad, se valoran los vinos más ligeros, que combinen con la gastronomía actual, más refinada y elegante. Vinos que podamos bebernos la botella, que la madera no se imponga sobre el origen, los suelos, la uva… se valoran las crianzas alternativas en tinajas, hormigón, que no enmascaren esos patrones.

Hay una preferencia por las uvas locales, que es un factor clave de diferenciación de las zonas, queremos bebernos un paisaje, el estilo de una región o la singularidad de una viña, y ello pasa por mirar a lo propio, las uvas que marcan su carácter.

El cambio climático también nos obliga a redescubrirlas, a variedades que siempre han estado ahí pero que las modas han desplazado. Ahora dan la cara mostrando que son capaces de adaptase a un clima cada día más extremo.

Los viñedos en altura parecen ser también una solución en busca de esa frescura que el clima nos arrebata año tras año. Los viñedos difíciles, abandonados en laderas vuelven a ser el foco de los viticultores que buscan soluciones.

 La ecología se ha impuesto como forma de vida, es la manera de cuidar nuestros cultivos y tierras, ya creo que ha dejado de ser una moda para muchos agricultores y ahora es la única vía si queremos conservar el campo y con ello viñas saludables.

 

En definitiva, no creo que sea una moda, sino una necesidad establecer nuevos estilos, ¿qué sea el definitivo? El tiempo lo dirá, pero seguro que muchos de los aspectos a los que ahora damos importancia se mantendrán como una constante en los futuros viñadores.