Los probióticos son organismos vivos que están presentes en algunos alimentos de forma natural y cuya ingesta proporciona beneficios para nuestra salud. También pueden ser añadidos a un alimento con el mismo objetivo o encontrarse con frecuencia en suplementos dietéticos.
Entre todos los alimentos que consumimos, aquellos que proceden de una fermentación tienen a priori mucha mayor probabilidad de contener probióticos. Así, los yogures, el pan y, por supuesto, la cerveza, podrían ser una fuente natural de contenidos probióticos, pues bacterias y levaduras siempre forman parte de sus procesos de elaboración, encargándose de llevar a cabo la fermentación que les caracteriza.
Sin embargo, un análisis más riguroso puede acabar con esta ilusión, ya que otros procesos habitualmente aplicados a dichos productos, por ejemplo y en el caso de la cerveza, el lupulado o la pasteurización, pueden acabar con la vida de esos microorganismos, que por tanto perderán la condición que permite clasificarlos como probióticos: la de estar vivos.
¿Y qué ocurre con lascervezas que no se pasteurizan?
¿Y qué ocurre con lascervezas que no se pasteurizan?
Si bien es cierto que en este caso las levaduras podrían llegar activas hasta nuestro aparato digestivo, debemos tener en cuenta que para que produzcan su efecto probiótico deberían alcanzar una concentración bastante más elevada de lo habitual.
Un caso singular dentro del universo cervecero son los estilos ácidos, ya sean los tradicionales de fermentación espontánea en los que las levaduras y bacterias del ambiente fermentan el mosto, o ya sean los más modernos del sector craft o artesano, que se elaboran añadiendo deliberadamente microorganismos como el lactobacillus.
De nuevo, la cantidad de estas popularísimas bacterias por volumen es cuestión clave ya que una concentración baja de probióticos nos obligaría a ingerir varias botellas de cerveza para notar su efecto beneficioso sobre nuestro organismo. Esto irremediablemente traería de la mano una ingesta elevada de alcohol que con toda seguridad perjudicaría más nuestra salud.
No podemos descartar que, en un futuro más o menos próximo, la industria cervecera desarrolle variedades con el suficiente contenido probiótico como para aportar beneficios significativos al organismo sin sobrepasar una ingesta moderada.
El primer paso ya lo ha dado la startup Probicient en colaboración con los investigadores de la Universidad Nacional de Singapur, lanzando una cerveza de contenido alcohólico estándar (4,5%) y alta concentración de lactobacillus paracasei L26. Esto la convierte, según sus creadores, en la primera cerveza probiótica del mundo. Por ahora no podemos probarla en España para comprobar si su aroma y sabor están al mismo nivel de sus presuntos efectos saludables.
Todo parece indicar que hoy por hoy las razones para el consumo de cerveza deben seguir siendo puramente hedonistas. Disfrutémosla con moderación dentro de un estilo de vida saludable y si puede ser con una buena compañía.
¡Salud!