Cervezas suaves, ¿hablamos todos de lo mismo?

Julio Cerezo - Beer Sommelier
Director de Sabeer Academia de la Cerveza

Es posible que, al preguntar a una persona sobre sus gustos cerveceros, las palabras que escuchemos con mayor frecuencia sean fuerte y suave. Ambas respuestas nos pueden servir para hacernos una idea de lo que podemos ofrecer a esa persona, o, al menos, de lo que no debemos ofrecerle, pero la amplitud de significados de ambos términos y el diferente sentido con el que podemos utilizarlos no nos ayuda demasiado a centrar el tiro.

cervezas 'fuertes'

Una cerveza considerada como fuerte puede serlo para unas personas por su alto contenido alcohólico, para otras por un intenso amargor o, incluso, para algunas por presentar un color tostado o negro. Sin embargo, todos esos atributos no tienen porqué ir siempre de la mano, y así muchos habituales consumidores de las típicas cervezas lager doradas de nuestro país, se sorprenden al probar alguna variedad oscura centroeuropea como, por ejemplo, las alemanas Schwarzbier, cuyo contenido alcohólico y sensación de cuerpo es similar a las rubias que consumen a diario y cuyo sabor puede incluso resultar algo más dulce.

cervezas 'suaves'

Y, si hablamos de cervezas suaves, la cosa aún se complica un poco más, para empezar porque la primera acepción de este término en el diccionario se refiere a sensaciones relacionadas con el tacto (liso, blando, sin aspereza…) y no con el gusto. Así, un cervecero experto podrá caracterizar como suave una Imperial Stout de color negro oscuro, más de 9% de alcohol y un cuerpo suficiente para casi masticarla, porque la sensación que deja en el paladar es sedosa y no astringente, mientras que la mayoría de consumidores patrios dirán de ella que es tremendamente fuerte. 

Pero si nos atenemos a lo que la mayoría entiende como cervezas suaves, hablaremos de cervezas cuyo impacto sensorial es bajo, ya sea en nariz (aroma moderado) o boca (bajo amargor y cuerpo), y cuyo contenido alcohólico no se eleve muy por encima del 5%. Como hemos dicho en el ejemplo anterior, una cerveza oscura será seguramente a priori calificada como fuerte, pero esta consideración se puede salvar con una breve explicación y prueba del producto.

Las variedades lager de mayor distribución en todo el mundo responden sin duda a esa definición popular de cervezas suaves. La norteamericana Budweiser (4,8%) y la mexicana Corona (4,5%) son un buen ejemplo de ello con su bajo amargor y contenido alcohólico.

La utilización de un porcentaje de arroz en la norteamericana y de maíz en la mexicana junto a las maltas pálidas de cebada, aligeran su cuerpo y las hacen con ello más fáciles de beber. Otros ejemplos ya en nuestro continente son la belga Stella Artois o la española AK Damm (4,8%).

Otro grupo interesante de cervezas suaves según esta consideración pueden ser las de trigo alemanas o belgas ya que responden a casi todos esos parámetros de moderación, en especial al bajo amargor.

Estas son cervezas cuyo equilibrio sensorial se mueve entre dulzor y acidez, dejando al amargor un papel secundario. Franziskaner Weissbier (5%) y Hoegaarden (4,9%) son buenos ejemplos de esa moderación, aportando al mismo tiempo algo más de aroma y sabor en el paladar, fruto de la fermentación con levaduras ale y al uso del trigo en su receta.

Por supuesto que toda la gama de cervezas sin alcohol también se puede englobar en este grupo de cervezas suaves y lo mismo podemos decir de las radler que, gracias a la combinación con el refresco de limón, reducen el contenido alcohólico final y moderan el amargor de la cerveza con la que están elaboradas.

¡Salud!