CERVEZA Y ÁCIDO ÚRICO

Julio Cerezo - Beer Sommelier

Director de Sabeer Academia de la Cerveza

Tener niveles elevados de ácido úrico es un factor de riesgo considerable para el buen estado de nuestra salud y por ello debemos vigilarlo y mantenerlo a raya, especialmente si contamos con una predisposición genética para sufrir este problema.

Cuando nuestro organismo no es capaz de eliminar el exceso de ácido úrico, este puede acabar formando cristales que tienden a acumularse en las articulaciones, provocando un dolor intenso e incapacitante en rodillas, tobillos y pies; un cuadro popularmente conocido como ataque de gota.

Al hablar de gota y de cerveza no podemos dejar de recordar al emperador Carlos V (Gante 1500 - Yuste 1558), que la padeció durante largos años, pero que pese al consejo insistente de sus médicos no cesó nunca de disfrutar de suculentos banquetes en los que ingería grandes cantidades de carne de caza acompañadas de abundante cerveza, fuera este importada de su Flandes natal o ya elaborada en las diferentes fábricas que mandó construir durante su reinado en España.

Y es que, aunque nuestro propio cuerpo es el responsable de producir la mayor parte del ácido úrico que albergamos, la dieta puede aportar también una parte significativa del total. De este modo, si nuestra ingesta incluye frecuentemente el consumo de carnes rojas, embutidos grasos, pescados azules, mariscos, verduras ricas en purinas y alcohol, contaremos con mucha más probabilidad de padecer las dolencias derivadas de este problema.

A pesar de que de modo general, siempre que relacionamos la ingesta de alcohol con cualquier patología se puede aplicar la regla de que a mayor cantidad mayor riesgo, en el caso del ácido úrico debemos tener en cuenta otras características de los ingredientes típicos de las bebidas alcohólicas, que pueden influir también en sus efectos.

En el caso concreto de la cerveza, además de su contenido alcohólico debemos considerar que uno de sus principales ingredientes -el lúpulo- es rico en purinas, y que estas al descomponerse en nuestro organismo van a formar más ácido úrico. Por lo tanto, una cerveza de cierta graduación alcohólica y elevado contenido de lúpulo puede resultar incluso más perjudicial que otras bebidas alcohólicas de mayor contenido en alcohol.

En resumen, si tenemos diagnosticada una hiperuricemia deberemos ser muy cuidadosos con nuestra dieta, seguir rigurosamente las indicaciones médicas recibidas y en función de ello reducir o eliminar nuestro consumo de cerveza, por doloroso que nos pueda resultar.


Solo en el caso de que nuestro médico, en base a nuestro caso particular, nos haya permitido un consumo moderado de cerveza, será recomendable elegir referencias con el menor contenido alcohólico posible, y descartar las fuertemente lupuladas.

Cervezas de estilos como las helles o las weissbier alemanas que no suelen sobrepasar el 5% de alcohol y en cuya receta el lúpulo tiene un papel muy secundario, o incluso rarezas como las elaboradas con gruit en lugar de lúpulo, pueden ser opciones interesantes para poder seguir disfrutando de nuestra bebida.

                                                                                           ¡Salud!