Cerveza y vino son, por este orden, las dos bebidas fermentadas de mayor consumo en nuestro país, muy por delante de la sidra y a gran distancia de algunas que tímidamente tratan de hacerse un hueco, como la kombucha y el hidromiel.
Durante siglos, el vino ocupó la primera posición del podio del consumo gracias a la facilidad del cultivo de la vid, tanto en la península como en los dos archipiélagos, debido al clima mayoritariamente mediterráneo del que gozamos. Sin embargo, durante el último cuarto del siglo XX, la cerveza se hizo con ese lugar de privilegio y nada parece indicar que vaya a dejárselo arrebatar en un futuro próximo.
Si la bondad de nuestro clima fue la causa que demoró durante centurias nuestro desarrollo cervecero, son también esas temperaturas -sustancialmente más elevadas que las del centro y norte de Europa- las que favorecieron el sorpasso. En nuestro país todavía asociamos muchas veces el consumo de cerveza a la necesidad de refrescarnos, de calmar la sed y de combatir el calor intenso, y no tanto al placer de saborear lentamente nuestra bebida disfrutando de todos sus matices, como sí hacemos cuando degustamos una copa de vino.
Esta consideración hace que el consumo de cerveza en España tenga una estacionalidad mucho más acusada que en otras regiones de Europa, como curiosamente también sucede con los helados. Según los datos de Cerveceros de España, patronal del sector, el consumo de cerveza durante los dos trimestres centrales -de abril a septiembre- concentra casi dos terceras partes del total del año, y mes a mes, el consumo de barril llega a ser hasta 4 veces superior en julio y agosto que en enero y febrero.
Parece obvio que las temperaturas más elevadas propias del periodo estival son las responsables del aumento, pero también hay que tener en cuenta que es entonces cuando un mayor número de turistas nos visitan y consumen con entusiasmo nuestras cervezas, ayudando a desnivelar aún más la balanza. Pese a ese pico de consumo, las estadísticas nos indican que el consumidor español realiza una ingesta media de cerveza de 58 litros por año, lo que nos sitúa lejos de los primeros puestos europeos ocupados por checos (más de 120), austriacos, rumanos, polacos y alemanes, que superan los 80.
Otro factor a tener en cuenta cuando analizamos el consumo de cerveza durante el verano es que los españoles la bebemos mayoritariamente en compañía, como parte de una reunión con amigos, familia o en algún evento social. Esto también influye en las mayores cifras de consumo estival, periodo donde las ocasiones de encuentro se multiplican.
los españoles bebemos en compañía
los españoles bebemos en compañía
Otro factor a tener en cuenta cuando analizamos el consumo de cerveza durante el verano es que los españoles la bebemos mayoritariamente en compañía, como parte de una reunión con amigos, familia o en algún evento social. Esto también influye en las mayores cifras de consumo estival, periodo donde las ocasiones de encuentro se multiplican.
Respecto a los estilos o tipos de cerveza que tomamos durante el verano vemos que el calor tiene también su influencia. Las cervezas de mayor cuerpo, complejidad y contenido alcohólico dejan paso ahora a las más frescas y ligeras como las lagers doradas, si bien éstas últimas lideran nuestro mercado todo el año, durante los meses de verano incrementan aún más su ventaja.
Por último, mencionar que el consumo de cervezas sin alcohol, que en nuestro país supone un 13% del volumen total, gana puntos durante el verano. Posiblemente los desplazamientos por carretera hasta los lugares de vacaciones y nuestra responsabilidad al volante hacen en buena parte que esto sea así.
¡Salud!