Tras unos años en los que ha estado medio olvidado, a veces visto como un vino que ni es blanco ni tinto, de carácter desenfadado y carente de calidad, el rosado ha vuelto.
En la península, son muy conocidos los rosados de Navarra. Tradicionalmente la variedad utilizada ha sido la garnacha, aunque también podemos encontrar la tempranillo, la merlot y la cabernet sauvignon. En esta D.O. los rosados sólo pueden elaborarse por el método de “sangrado”, que consiste en utilizar variedades tintas y macerar unas horas el mosto con sus hollejos (pieles de la uva) hasta obtener un color similar al del zumo de las fresas. La inmensa mayoría son jóvenes, con aromas frutales, sabrosos y refrescantes.
Otra zona por excelencia es la vallisoletana Cigales, donde la tempranillo acapara la mayor atención. Estos vinos, conocidos como claretes, asemejan por su apariencia más a los tintos, pues son de color más intenso.
También suelen ser más sabrosos y estructurados y tradicionalmente han sido un coupage (mezcla) de tempranillo y un toque de la blanca albillo. Una paletilla de cordero lechal al horno, con su jugo y piel crujiente suele ser un maridaje perfecto para estos rosados.
La variedad bobal es el icono de zonas como Utiel-Requena, cuya capacidad colorante es extrema. Así pues, los rosados de estas soleadas tierras también tienden a poseer un intenso color, salvo las novedosas excepciones que han florecido en la provincia de Valencia en los últimos tres años de la mano de algunos de los mejores enólogos. El embutido de estas zonas posee fama y una calidad espectacular, y no es de extrañar que esta gastronomía conjugue a la perfección con sus vinos.
Vinos rosados del mes
La cuenca mediterránea –desde la frontera pirenaica catalana hasta Murcia inclusive– goza de las bondades de la monastrell, que habitualmente otorga a los vinos mucho color, un aroma afrutado y un sabor amplio, estructurado y una ligera sensación de dulce astringencia.
Si bien es cierto que en todas y cada una de las zonas vitivinícolas españolas se realizan rosados de alta calidad, éstas han sido las más representativas históricamente.
En la actualidad, estamos viviendo una revolución con respecto a este tipo de vinos, y sobre todo en la Rioja donde se están gestando grandes joyas enológicas.
Del mismo color podemos encontrar increíbles vinos espumosos –comúnmente ligados a la D.O. Cava– y de aguja, e incluso golosos dulces que hacen saltar lágrimas de felicidad.
Hay mucho vino detrás de una copa de rosado: todo un universo ligado a una gama de colores que pasan por la frambuesa, cereza, piel de cebolla o salmón; un sinfín de variedades de estilos que maridan sin complicaciones con platos frescos como ensaladas y salmorejos, con dulces postres de merengues y con deliciosos tartares de pescado como si hubieran sido creados a tal fin.