Y tras la comida, el camarero se acerca con la cuenta y nos pregunta, ¿les apetece una mistela? Y vuelve a la mesa con un platillo con una botellita con un líquido oscuro y unos vasos de chupito.
¿DE DÓNDE VIENE ESTA TRADICIÓN?
¿DE DÓNDE VIENE ESTA TRADICIÓN?
La mistela se confunde habitualmente con una tipología de vino, normalmente un vino dulce o licoroso, pero la mistela realmente no es un vino. Ya hemos hablado de ello en artículos anteriores, y sabemos que para obtener un vino necesitamos que haya una fermentación, en el caso del vino, fermentación del zumo de uvas o mosto.
en la mistela esta fermentación no se produce, la mistela se obtiene de añadir al zumo de uva (también llamado mosto) alcohol vínico, alcohol procedente de la destilación de uvas exclusivamente. Dicha adición de alcohol provoca que las levaduras responsables de la fermentación no puedan vivir, y por tanto, que no se inicie el proceso. Es una forma de conservar el zumo de uva durante mucho tiempo ya que el alcohol es un excelente conservante.
¿cuál es su historia?
¿cuál es su historia?
La historia de la mistela es muy antigua, y seguramente, dicho fin de conservar el zumo, sea el origen de esta bebida. Las mistelas son muy comunes en todo el Mediterráneo: Valencia, Cataluña... pero también La Mancha. Normalmente se elaboran con uvas típicas de estas regiones, como es la Moscatel, una uva blanca tremendamente perfumada y una de las más reconocibles a cata a ciegas. Sus aromas de lichis, almizcle, flor de azahar o jazmín la hacen inconfundible. La Garnacha suele ser también protagonista en las mistelas.
Al no fermentar, estos aromas se mantienen en su máximo esplendor combinados con el alcohol, que al ser añadido normalmente se suele percibir más que en un vino. Las mistelas son normalmente dulces al proceder de zumo de uva donde el azúcar no ha sido trasformado. Las mistelas se pueden envejecer en barricas durante el tiempo que su elaborador considere, resultando un amplio abanico de opciones para disfrutar.
Y es por ello por lo que considero que deberían ser una bebida más presente en las cartas de los restaurantes, con su propio espacio y diferenciando sus orígenes, elaboraciones y características.
Como hemos dicho al inicio de este artículo, solemos tomarla y nos la suelen ofrecer al final de las comidas muy fría y en vaso de chupito. Cuando una bebida es de calidad, no precisa excesivo frio, si no, diluimos sus aromas... ¿Y por qué no tomarla en una copa de vino? Apreciaremos mejor todas sus cualidades y la disfrutaremos mucho más. Por eso, mi consejo es que la pruebes como aperitivo, unas rocas de hielo y una rodaja de naranja.