El debate está en la calle y seguro que casi todos conocemos más de una opinión sobre qué es mejor para no engordar, si beber cerveza o beber vino. Otra cosa es que esas opiniones respondan a criterios científicamente comprobados o sean tan solo la voz de la calle, que a veces acierta pero otras no tanto.
Para tratar de dar respuesta con objetividad a tan interesante pregunta debemos en primer lugar marcar los límites del campo de juego y las reglas a seguir, comenzando por señalar que ni todas las cervezas engordan lo mismo ni todos los vinos lo hacen de igual forma. Y es que el diferente contenido alcohólico entre los y las representantes de cada equipo marca de manera significativa el contenido calórico de nuestra ingesta.
Por ejemplo, si comparamos las calorías de una cerveza con aproximadamente un 5% de alcohol -como tienen las más vendidas en nuestro mercado- con una que lo tenga cercano al 10% cómo pueden ser las cuádruples belgas, veremos que estas últimas casi duplican a las primeras en aporte calórico. La misma escala nos puede servir para comparar vinos entre sí, ya que el contenido alcohólico es casi siempre el factor más importante a la hora de contar calorías en cualquiera de estos dos fermentados.
Entonces, si el grado alcohólico es lo más importante en esta comparativa: ¿Podemos deducir que al tener por lo general menor contenido alcohólico la cerveza engorda menos que el vino? La respuesta depende de lo que tengamos en cuenta y lo que no. Si vamos a hacer una tabla comparativa anotando las calorías por volumen, la respuesta será afirmativa y podremos pensar que bebiendo cerveza en lugar de vino mantenemos nuestra línea a salvo. Pero cuándo bebemos vino o cerveza… ¿Tomamos las mismas cantidades?

Es muy probable que la misma persona ingiera mayor volumen de cerveza que de vino cuando elige disfrutar de una u otra opción, nivelando hasta cierto punto con esa mayor cantidad en volumen del menor contenido alcohólico de la primera frente al segundo. Por establecer una comparativa que al menos nos acerque a cifras estimadas, una copa de vino de 125 ml puede aportarnos de media unas 120 calorías, cantidad similar a la del contenido de una botella de 33 cl de la mayoría de nuestras cervezas lager doradas.
Teniendo en cuenta que la OMS recomienda una ingesta calórica de entre 1.500 a 2.000 kcal/día para mujeres y de 2.000 a 2.500 kcal/día para hombres, podemos valorar en su justa medida la importancia de ese vinito o esa cervecita en el conjunto de nuestra dieta, para atribuirles su importancia real frente al resto de alimentos que ingerimos.
En resumen, no hay una respuesta única a tan delicada pregunta pero sí una recomendación aplicable igualmente al vino y a la cerveza como productos con cierto contenido alcohólico: consumir siempre con moderación y bajo unas pautas de vida saludables en alimentación y ejercicio físico adaptadas a nuestras circunstancias personales.
¡Salud!