Después de un año de trabajo y espera, llega el momento de recoger los frutos. Allá donde se cultiva la vid, la vendimia es época de trabajo duro y de fiesta animada, momento de celebrar la nueva cosecha que permitirá la elaboración, como cada año, de ese producto ancestral y preciado que es el vino.
INVIERNO
La cepa hiberna y se lleva a cabo la poda para eliminar los brazos de la vid.
PRIMAVERA
La planta despierta y la savia vuelve a correr. Es la época de la floración.
VERANO
La flor da paso al racimo y tiene lugar el envero: la uva va madurando y adquiriendo color.
OTOÑO
Se analiza la madurez de la uva y, en el momento óptimo, se vendimia.
Durante el año, la vid se enfrenta a las inclemencias del tiempo. Una granizada, una tormenta o la sequía pueden arruinar la cosecha. Y lo mismo una plaga o una enfermedad. Y hay otras amenazas, como la del jabalí, que puede provocar una merma notable en la cantidad de uva vendimiada y, en consecuencia, también en el vino elaborado.
La tensión se palpa en los días que preceden a la vendimia. Los viticultores, nerviosos, permanentemente atentos a las previsiones meteorológicas, no se alejan del viñedo ni siquiera en domingo. Y las cuadrillas se mantienen alerta, listas para correr al campo a la menor señal de peligro.
TIEMPO DE COSECHA
TIEMPO DE COSECHA
En otra época, y según el lugar, la vendimia era tiempo de marchar a Francia, bregar duro y reunir unos cuartos que ayudaran a pasar el año. Los tiempos cambian, pero hay costumbres que perduran. En las bodegas más pequeñas y tradicionales, siguen siendo la familia propietaria del viñedo y los amigos quienes realizan el trabajo, muchas veces a mano. Son días intensos de esfuerzo, pero también de convivencia, de comidas fraternales en la propia viña, de guisos entrañables y reponedores.
Al contrario, en los grandes pagos y fincas, la necesidad de cosechar la uva en el momento de madurez adecuado obliga a darse prisa, a utilizar maquinaria y hasta a trabajar de noche. Esta vendimia nocturna se ofrece incluso como experiencia turística. Las bodegas, sin embargo, siempre hospitalarias, se cierran entonces a cal y canto. La fermentación y el trasiego del mosto son procesos delicados que requieren concentración y soledad. Los enólogos saben que un error puede dar al traste con el vino.
Hoy, como ayer, la vendimia es tiempo de trabajo, de agradecimiento y de celebración. Los niños beben el mosto; los mayores, el vino. Todos trajinan, conviven y festejan. En el campo concluye la cosecha y en la bodega el vino inicia su crianza.