Aprende a disfrutar

En esta sección aprenderemos a disfrutar de los vinos, a ser unos “disfrutones”. Porque para disfrutar más de las cosas necesitamos conocerlas, profundizar en ellas y apreciar muchos matices que, a primera vista, nos pasarían desapercibidos.  

MARTA BURGOS / sumiller

La acción de catar consiste en analizar lo que percibimos cuando bebemos o comemos y sacar unas conclusiones al respecto. Esto se consigue a través de los sentidos, principalmente de la vista, el olfato y el gusto. Pero también puede influir el oído o el tacto (la textura de los vinos). 

Cuando nos servimos una copa de vino, lo primero que hacemos es mirarlo, miramos cómo cae, si tiene algún “poso”, si brilla, si es claro u oscuro. Sin querer estamos haciendo la primera fase de la cata: la vista. Con esta fase podemos suponer si un vino es joven, si tiene algún tipo de crianza, vemos si tiene burbujas. No suele ser una fase determinante, es importante complementarla con las siguientes.

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El siguiente paso sería oler el vino, la fase del olfato. Quizás es una de las partes que más llaman la atención. Con cuidado nos acercamos la copa a la nariz y sentiremos diferentes tipos de aromas. Los primeros aromas que se desprenden son los que vienen directamente de la uva (aromas primarios), suelen recordarnos a frutas, hierbas o flores. Si giramos la copa aparecerán los aromas secundarios que son fruto de la fermentación alcohólica, puede que nos recuerden a las levaduras de pan, cremas de pastelería, brioches… Por último, aparecerán los aromas terciarios, son los que adquieren los vinos durante su crianza, ya sea en barricas de roble o en la botella. Son aromas más complejos que nos recuerdan a diferentes especias, pieles, cueros, mieles, ahumados, etc.

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Por último, nos beberíamos el vino y haríamos la fase de la boca, personalmente con la que más disfruto. Lo más importante que tenemos que aprender es a diferenciar los sabores principales: ácido, salado, dulce, amargo, y del equilibrio de estos dependerá en gran medida que nos guste o no.  Observamos si el vino nos seca la boca, o sea si tiene tanino, si ese tanino es agradable o muy astringente, si aparece mucho el alcohol, si dura mucho el sabor del vino en la boca…

DESPUÉS DE HABER MIRADO, OLIDO Y BEBIDO UN VINO DEBEMOS PREGUNTARNOS: ¿ME GUSTA? ¿POR QUÉ SÍ? ¿POR QUÉ NO? Y ASÍ SABREMOS SI NOS APETECE VOLVER A COMPRARLO O SEGUIR BUSCANDO Y DISFRUTANDO. TRANQUILO, SI HAY CONCEPTOS QUE NO HAS ENTENDIDO, OS SEGUIREMOS DANDO CLAVES PARA SUMERGIRNOS EN ESTE MARAVILLOSO MUNDO A TRAVÉS DE ESTA WEB. 

RECUERDA QUE LO MÁS IMPORTANTE ES DISFRUTAR BEBIENDO Y COMPARTIENDO.