Vino embocado: significados, tipos y guía para disfrutarlo

Eva Pizarro
Sommelier en restaurante Fierro y profesora.

¿Has oído alguna vez hablar de vino embocado? ¿Y vino abocado?

 Si eres de Andalucía seguramente te suene más el término vino abocado, pero por la zona centro de España, se extiende más embocado. Según el diccionario histórico de la lengua española en 1770 se define así al “vino que por su suavidad es apacible al gusto”.

 Son expresiones antiguas, pero que aún se emplean para definir a los vinos ligeramente dulces, sobretodo en una tipología de vinos de Jerez.

Pero vayamos por partes, una vez establecido que el término hace referencia a los mismos estilos de vino, veamos cual es este. Los vinos se suelen dividir según el azúcar  que contienen en secos o dulces, pero tenemos una amplia gama entre los dos extremos.

 La clasificación que establece el marco regulador europeo es la siguiente:

  • Secos: hasta 4 gramos de azúcar por litro de vino.
  • Semiseco: entre 4 y 12 gramos de azúcar por litro de vino.
  • Semidulce: entre 12 y 45 gramos de azúcar por litro de vino.
  • Dulce: más de 45 gramos de azúcar por litro de vino.

 

Las diferentes Denominaciones de Origen de los  países de la Comunidad Europea suelen adscribirse a esta normativa, aunque pueden modificarla según sus singularidades.

Pues bien, dentro de este escenario, los vinos embocados son aquellos ligeramente dulces pero no dulces, y que suelen comprender entre los 5 y 15 gramos de azúcar por litro. Por tanto hablamos de mayormente vinos semisecos y semidulces de menor contenido de azúcar.

¿Cómo conseguimos esto en el vino?

Los elaboradores cuentan con varias formas de conseguirlo durante el proceso de vinificación, veamos algunas:

  •  Añadir mosto concentrado, zumo de uva sin fermentar y por tanto dulce, al vino.
  • Añadir un vino dulce a un vino seco. Practica muy habitual en algunos vinos tradicionales andaluces.
  • Parar la fermentación del mosto antes de que todos los azucares se conviertan el alcohol, y por tanto tenemos más azúcar residual. 

El resultado son vinos muy apacibles al gusto como ya se mencionaba al principio de este artículo. Son suaves al paladar por su contenido en azúcar que suaviza la acidez del vino, los amargos, e incluso, los taninos, pero sin llegar a percibirse como vinos dulces.

 

Presentan aromas muy marcados de frutas y flores, normalmente en un estado maduro, compota de manzana, melocotón en almíbar, mermelada de frutos rojos, flores blancas y amarillas…

  El equilibrio entre el azúcar y la acidez son claves para hacer de ellos vinos muy versátiles para maridar gran cantidad de platos. Desde quesos de diferentes estilos, a foie gras, ensaladas con frutas, postres… son perfectos con platos picantes, especiados o agridulces.

 Los vinos secos suelen servirse a temperaturas más frías, mientras que los vinos embocados pueden servirse a temperaturas un poco más altas

 

Los vinos embocados o abocados son perfectos para quien quiera iniciarse en este mundo, son suaves, fáciles de beber y muy agradables. Muchas bodegas apuestan por estas elaboraciones, así que no dudes en probarlos, en Consum siempre te acercamos las mejores opciones para que disfrutes.