Es habitual que cuando queremos pedir un vino para una carne consistente o un plato rotundo, pensemos en un vino con cuerpo. Es algo que tenemos prácticamente asumido, pero ¿sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de vino con cuerpo? Y lo más importante, ¿cómo sé si el vino que elijo cumple estas características?
Pues vamos a ello, vamos a tratar de ayudarte, como siempre, en que tu elección sea la más acertada.
vinos con cuerpo
vinos con cuerpo
Cuando hablamos de un vino con cuerpo nos referimos a un vino con estructura, intenso, poderoso, solemos decir. Un vino que en boca nos parece sabroso, y que podría considerarse lo contrario a ligero o fluido. Si lo llevamos a la comparación con otras bebidas, esta sensación la podemos encontrar si comparamos el agua con un chocolate a la taza, por ejemplo. Vamos a ver los factores que influyen en que los vinos tengan estas características:
- El clima: climas más cálidos van a favorecer la maduración de la uva, por tanto, el contenido de azúcar, y en consecuencia la transformación del mismo en alcohol. A más azúcar y alcohol en el vino, más cuerpo.
- La maceración de los hollejos con el mosto: a mayor tiempo de contacto de las pieles de las uvas con el mosto, obtendremos más polifenoles y taninos y por tanto más cuerpo. El claro ejemplo son los vinos tintos frente a los blancos, que salvo en elaboraciones especiales, los últimos no suelen estar mucho tiempo en contacto con el zumo de uva y resulta en vinos más ligeros que los tintos, habitualmente. Esta maceración más larga, también aportará más color a los vinos resultantes.
- La crianza: los vinos más tánicos, tienen la necesidad de ser envejecidos en barricas para afinar esa sensación astringente que provocan los taninos. Estas crianzas, normalmente largas, también aportarán al vino estructura y cuerpo al tiempo que afinan el vino.
El papel de la barrica va a ser determinante, por el tipo de madera que se use (a más nueva más tanino) y el tiempo de permanencia en ella. No siempre la crianza tiene que realizarse en barricas, en vinos blancos o vinos espumosos, donde el mosto está largo tiempo en contacto con las lías, éstas van a aportar una sensación untuosa otorgando un cuerpo medio.
- El azúcar: como hemos dicho anteriormente, el papel del azúcar también influye en el cuerpo del vino aportando densidad, por ello, cuanto más azúcar más cuerpo. Es el ejemplo de muchos vinos dulces o de postre.
- El alcohol: también hemos comentado que el clima puede afectar al alcohol, pero este también puede venir determinado por la elaboración, como en los vinos generosos, donde se añade alcohol extra al vino, dando como resultado vinos con cuerpo alto.
Ya podemos entender e intuir qué vinos van a tener más cuerpo, y por tanto, enfocar la elección del vino que nos apetece en cada momento, pero te damos algunas pistas más para que aún sea más fácil:
- Uvas: variedades nacionales como la Monastrell, Tempranillo, Tinta fina o Garnacha, así como uvas internacionales como: Tannat, Cabernet Sauvignon, Malbec, Syrah… suelen ser sinónimo de vinos con buena estructura y cuerpo.
- Regiones cálidas: en nuestro país encontraremos vinos con más cuerpo habitualmente en regiones donde hace más calor como es todo el Mediterráneo, Valencia, Alicante, Cataluña o Andalucía, pero también en regiones de la Mancha, o Castilla y León.
- Tradición en largas crianzas: Regiones como Rioja, Ribera del Duero o Priorat, suelen envejecer durante largos periodos sus vinos, por tanto, es más fácil encontrar vinos con estructura y cuerpo.