Cuando vamos a elegir un vino nuestra primera elección suele ser entre tinto, blanco o rosado. Después solemos buscar la zona de producción: Rioja, Ribera, Valencia, etc. Ya en este momento, solemos declinarnos o bien por la variedad de uva o por la marca de una bodega en concreto, teniendo siempre en cuenta el precio en nuestra elección.
Bien, creo que, a partir de ahora, deberíamos incorporar otra variable muy importarte: que nuestro vino sea ecológico.
Para definir un vino ecológico, tenemos que partir de la base, el viñedo. Se considerará un viñedo ecológico aquel que no ha sido tratado con ningún tipo de pesticidas o producto químico y cuyas etapas de crecimiento y producción se hayan realizado respetando los ciclos propios de la naturaleza, sin manipulaciones genéticas. Se trata de vinos que proporcionan beneficios para el medio ambiente y la comunidad agrícola.
Por lo tanto, un vino ecológico es aquel que procede de un viñedo ecológico y que, además, está elaborado bajo la supervisión del reglamento del Comité de Agricultura Ecológica.
En los viñedos con manejo ecológico, las enfermedades de la vid se combaten de forma preventiva. Siempre se busca regular el vigor de la planta, para que haya un equilibrio entre el número de hojas y los racimos, limitando la producción, deshojando y quitando racimos manualmente, para que estos estén bien expuestos, no amontonados, y bien ventilados.
Las plagas de insectos se combaten de forma natural, la mayoría de veces con la misma fauna útil del entorno o con el uso de feromonas. Las malas hierbas se combaten con labranzas de forma tradicional, sin hacer uso de pesticidas o herbicidas. En los tratamientos solo se utilizan productos naturales y autorizados por el Comité de Agricultura Ecológica.
Hace más de una década, decidí seguir esta filosofía en mis viñedos por dos razones. La primera, y principal, fue la obligación que sentí de cuidar el hábitat que nos rodea. Somos un país con una gran historia agrícola, en el que era importante iniciar un camino fuerte y decidido de respeto máximo hacia nuestro entorno y tradiciones. La otra razón, que es igual de importante, fue y es ofrecerle a nuestro consumidor un producto natural, con el sabor de siempre.
Creo que hay razones suficientes para introducir en nuestra vida productos ecológicos, en este caso el vino, porque con ellos no solo estaremos tomando un vino rico y auténtico, sino que además estaremos dando un paso adelante hacia un futuro con un entorno más natural y sostenible.