Los vinos espumosos siempre han estado ligados a los brindis y aunque son perfectos para ello, también pueden ser una excelente idea al inicio de la velada, acompañando los aperitivos, o regando los típicos platos principales.
Cava y champagne
Cava y champagne
Pero, ¿por qué se llaman espumosos? Son vinos que obviamente tienen gas (más que uno de aguja), pero una de sus particularidades es que el carbónico es 100% natural, es decir, está exclusivamente generado por las levaduras.
Como el resto de vinos también tienen sus propias expresiones como Reserva y Gran Reserva, que no indican que haya estado en barrica, sino los meses que estuvo descansando con sus lías (levaduras), la llamada crianza en rima. Contra más tiempo, más aromas de frutos secos, bollería, un tacto más cremoso y una burbuja mucho más fina e integrada.
Se elaboran en casi todas las zonas vinícolas, pero las más afamadas son Cava y Champagne.
Lo más importante: no todo vino espumoso español es Cava, como ocurre con Francia con Champagne. Estas son dos estrictas D.O. (Denominación de Origen) y A.O.C. (Appellation d'Origine Contrôlée) que aunque comparten el mismo método, tienen diversos factores que las diferencian: las variedades de uva, los suelos de los que se alimentan las cepas y en especial el clima; como siempre ocurre, cuanto más frío y menos sol, los vinos conservan mayor acidez y pueden envejecer durante más tiempo.
La manera de equilibrar la frescura en estos vinos es añadir vinos añejos con azúcar justo antes de salir al mercado. De ahí nomenclaturas (en orden creciente) como Brut Nature, Brut, Seco, Semiseco o Dulce, que no indican calidad, sino el dulzor que poseen.
La Denominación de Origen Cava ha sido siempre el emblema de los mejores espumosos españoles; aunque es verdad que, en especial en los últimos años, otras DD.OO. están creando vinos excepcionales y las bodegas que se han salido de la denominación, continúan elaborando con la misma o mejor calidad.
El coupage (mezcla) clásico de variedades se conforma de macabeo (viura), parellada y xarel·lo. Para los rosados, suele entrar en juego la trepat, garnacha, monastrell o incluso la pinot noir. También podemos encontrar cavas con malvasía y chardonnay. A pesar que es una denominación de origen que ampara diversas zonas de España, la producción se centra en el Penedès.
A nivel mundial, el icono es Champagne, una exclusiva zona en el noreste galo, donde nacen auténticas joyas enológicas que derrochan excelencia y glamour. Allí reinan las variedades de uva tinta pinot noir, meunier y la blanca chardonnay. Suelen mezclar añadas y cada bodega posee un sello único para darle a cada botella su toque especial.
En ambos casos, para disfrutarlos, hay que escoger una copa adecuada. No es recomendable ninguna de los dos tipos tradicionales, ni la Pompadour (bajita y muy ancha) donde los aromas se escapan, ni la flauta (fina y estrecha) donde a veces ni cabe la nariz. Es mejor utilizar una copa de vino blanco o una de tinto con la boca cerrada.
Maridaje
Maridaje
Estos vinos son maravillosos para comer, su sutileza respeta el sabor de las comidas más delicadas, su frescura limpia la sensación grasa y el carbónico facilita la digestión. Es un espectáculo combinarlos con una paletilla de cordero lechal al horno, perfectos con marisco cocido y un vicio sin fin con tostadas de foie.
Perfectos como presente e imprescindibles en una celebración memorable.