Mejor vino para acompañar pescado

Eva Pizarro

Sumiller en restaurante Fierro y formadora en Tandem Gastronómico.

En nuestro artículo anterior, pudimos ver que las carnes pueden maridar con muchos vinos más allá de los habituales tintos. Hoy vamos a ver si con el pescado tenemos más opciones que el abanico de vinos blancos a los que solemos recurrir.


Los maridajes hasta hace pocos años, se basaban en las opciones arriba mencionadas, blancos para pescados y tintos para carnes. Hoy sabemos que eso es generalizar demasiado y como ya referimos en las recomendaciones de vinos para carnes, tenemos que tener en cuenta:

  • El tipo de pescado: blanco, azul, rosado, graso, suave…
  • El tipo de elaboración: al vapor, plancha, parrilla, en crudo…
  • La guarnición que acompaña: si predomina sobre el pescado o no.

vinos blancos

Dentro de la gran variedad de vinos blancos que existen vamos a tratar de hilar más fino para buscar el mejor acompañamiento:

  • Vinos blancos jóvenes de climas fríos, con acidez alta, notas de fruta verde o blanca fresca, notas herbáceas y secos, son ideales para mariscos, pescados blancos, ceviches o ensaladas con productos del mar. Las características de estos vinos con alta acidez son, en algunos casos, notas salinas o yodadas que potencian todos los matices marinos de dichas elaboraciones. Maridajes tan emblemáticos como ostras con Chablis o Champagne o berberechos con Albariño son indiscutibles.
  • Vinos blancos con más cuerpo y/o intensidad, como los elaborados con uva RieslingGodello, Chardonnay o de climas más cálidos, son vinos con más textura en boca y volumen capaces de acompañar platos con más complejidad, pescados grasos como el bonito o el salmón, pasteles de pescado, etc.
  • Vinos blancos con crianza en barrica: aquí podemos encontrar todas las notas aromáticas que nos aporta la madera, notas tostadas de mantequilla, frutos secos, ahumados… Estas notas hacen de ellos vinos con muchos matices y profundidad, ideales para platos con elaborados, temperaturas más altas, salsas, e incluso pescados ahumados. Como muestra otro maridaje histórico, lenguado a la Meunier y Chardonnay de Borgoña, impecable.
  • Cómo no, vinos blancos con crianza biológica, como en Jura, Jerez u otras regiones que se apuntan a esta tendencia. Dicha crianza provoca vinos con gran concentración de sabor, notas muy salinas, lo que los hace perfectos para desafiar a platos de gran intensidad como unos erizos de mar, pescados con vinagres o salsas tipo tártara.

vinos tintos

Los vinos tintos pueden combinar con pescado siempre que los vinos no sean demasiado intensos y oculten el sabor de estos alimentos del mar. En los vinos tintos jóvenes suelen predominar los aromas primarios, fruta fresca, flores y puede aparecer algún matiz cítrico y balsámico. En boca suelen ser frescos, con acidez marcada y textura crujiente. Todo ello los hace perfectos compañeros de pescados azules como el atún, la caballa, salsas de frutas o acompañamientos frescos como ensaladas.

También con guisos de pescado con mayor concentración como un marmitako o un allipebre. Los pescados grasos también se benefician de la acidez y taninos de los citados vinos. No dudes en probar con vinos de maceración carbónica de Rioja, Garnachas de zonas frescas, Mencías de la zona Norte o un Beaujolais de Francia.

vinos rosados y espumosos

Los vinos rosados, dependiendo de su elaboración y crianza podemos encontrar un gran abanico de opciones. Los más jóvenes tendrán muy presente la fruta fresca y niveles de acidez altos, por lo que pueden ir en la línea de los vinos blancos jóvenes en cuanto a maridajes.

Los rosados con mayor crianza, muestran notas de fruta y flores más evolucionadas, incluso secas, y entra en juego el papel de la madera en su mayor o menos crianza, aportando matices más complejos que pueda resultar perfectos para platos con mayor complejidad y matices.

Los vinos espumosos, ya sabes que merecen un capítulo aparte debido a la gran variedad que tenemos según su elaboración, así que eso te lo contamos en otro artículo.