Nada apetece más en estas tardes de invierno que sentarse a disfrutar de una buena copa tinto. Y es que ya sea por su intenso sabor, o porque lo disfrutamos a una temperatura un poco más alta que los blancos, pero cuando llega el frío, el tinto es el rey.

Las variedades como la garnacha tinta, presente en el Vía Terra o el Reina Elionor, la cabernet sauvignon, que completan al Sumarroca y al Raimat Abadía, la tinta de Toro, presente en el Bajoz Roble, o la rústica Mencía, con la cual se elabora el Flavium Premium son las protagonistas debido a su gran potencial tánico.

Es decir, variedades que pueden generar una gran cantidad de taninos, y que al beberlos sentimos como si nos secáramos la boca con un pañuelo de seda. Esta sensación, la llamamos astringente, y se equilibra con comidas ricas en grasas.

Y si queremos maridar a la perfección las recetas típicas de cada zona, solo tendremos que mirar qué vinos nacen de esas tierras. Porque si nos fijamos en los vinos catalanes, el Claret de Tardor acompaña muy bien a un arroz típico mediterráneo, y el Gran Civet a un delicioso guiso de carne. En cambio, si nos vamos hacia tierras castellanas, el Altos de Tamaron se disfruta mucho más si lo acompañamos de un lechazo, y el Finca Luzon de un guiso de legumbres.

Vinos del mes