Sin duda la D.O. Ribera del Duero es una “imprescindible” en la carta de cualquier restaurante y también en nuestros hogares. Sin duda, un valor seguro a la hora de decantarse por ella.

En cuanto a sus requisitos, en líneas generales son tintos, aunque también existen rosados. Además, gozan de un carácter frutal que se enlaza a la perfección con los recuerdos de toffe, café y el cacao que aporta el paso por barrica.

La apreciación que tenemos al beberlos es de unos vinos golosos, sabrosos y delicados en el paladar, donde la crianza en roble está casi siempre patente.


Puedes probar con un “Gran Reserva” sutil con aroma a frutos secos y resina, como el Altos Tamaron Reserva o con un “Roble”, como nuestro Roble Portia o Celeste, en los que priman esos recuerdos a fruta y flores. Ambos serán perfectos acompañantes de un buen arroz hecho a leña, un rico cordero al horno o un jugoso cochinillo.

Pero los reyes de esta D.O. son los “Crianza”, cuyo requisito básico es su descanso durante un año en barrica, dando como resultado unos vinos amplios y carnosos, donde se paladea el aroma de yogur, de helado de chocolate y frutos rojos de zarza. En definitiva, una apuesta segura, de la que puedes disfrutar con un Protos Crianza y cualquier receta con carne roja.

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