Hablar de la variedad tempranillo en España es como hacerlo de la mandarina clementina en Valencia, de los calçots de Valls o del arroz de Calasparra; vamos, que es sólo el nombre de una variedad de uva, eso sí, es la tinta autóctona más conocida de España. Tanto es así, que en cada lugar la llaman de diferente manera: cencibel en La Mancha, ull de llebre en Cataluña, tinta fina o del país en las cercanías del Duero o tinta de Toro en Zamora. En La Rioja es costumbre acompañarla con otras variedades, como la graciano, mazuelo y garnacha; mientras que en zonas de Valladolid y Burgos suele elaborarse como monovarietal, aportando siempre un carácter de frutos rojos del bosque y tacto goloso que hace que estos vinos sean dóciles y amables al paladar. Un apunte más, se llama así porque es de maduración temprana, por lo que no se debe confundir el término tempranillo con vino joven, que es el que no ha estado en ningún tipo de barrica.

Lo primero de todo, hay que saber que el nombre de esta uva blanca se pronuncia [shardoné]. Se puede encontrar allá donde se cultive la vid y con ella se elaboran todo tipo de vinos, principalmente blancos, incluso deliciosos dulces, excelentes cavas e increíbles champagnes. Si se planta donde hace frío y poco sol, da

vinos de buena acidez que aguantan muchos, muchos años en botella –como en la Borgoña, en el centro y nordeste de Francia, de donde es originaria–; mientras que si madura en climas cálidos, los vinos son grasos, untuosos y en todos los casos muy frutales. En España, donde es habitual que haya sido

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